martes, 3 de marzo de 2015

Día de chicas.

A las puertas del mes de marzo, empieza a notarse ya el calorcito en mi tierra. Y este fin de semana ha sido uno de esos, en los que brilla el sol y te apetece salir al aire libre a tomar un poco de vitamina D.

Ya es sabido que la vitamina D es muy importante para nuestro cuerpo, ya que ayuda a la absorción del calcio y del magnesio en los huesos, fortaleciéndolos y evitando la temible osteoporosis. Esta vitamina también es importante para el funcionamiento de los músculos, además de tener otros múltiples beneficios. Así que ya sabéis, hay que salir a tomar el solecito, siempre con moderación, claro y preferiblemente con protección solar.

Pues nada, aprovechando el buen tiempo y que el papi trabajaba, "Campanilla" y yo decidimos pasar la mañana en el parque, las dos solitas, en nuestro recién estrenado Día de Chicas.

Éste comenzó en el castillo hinchable, donde "Campanilla" me deleitó con una serie de saltos y extravagancias, acompañados de sus "mira mamá lo que hago", mientras revoloteaba de un lado al otro sin parar. Y mientras, yo, sin poder disimular mi tensión mandibular, cada vez que ésta se caía y pasaba cualquier niño por encima de ella, a lo Bruce Lee, temiendo cualquier golpe "mal dado" (como diría mi madre). De hecho yo sólo sabía mirar al dueño de la atracción con ojillos suplicantes, para ver si tocaba ya el silbato de "fin de trayecto" y así poder sacar a la niña de esa marabunta de niños saltarines y embrutecidos, luchando todos por subirse encima de una pelota hinchable que había en el centro del castillo.

Una vez pasada esta tensión, mientras yo me planté en un banco sin moverme a la viva imagen de la Dama de Baza, e intentando captar el máximo sol posible para conseguir disimular un poco mi blanco fantasmagórico, "Campanilla" hacía fluir sus dotes artísticas dibujando con sus nuevas tizas de Dora la Exploradora, una serie de frutas, hojas y flores picassianas en el suelo acolchado del parque.

Tras terminar su obra de arte y gastar 3 o 4 toallitas húmedas para limpiar el polverío multicolor que llevaba esparcido por  manos, ropas y botines, algo que hubiese llevado a su papi al borde del colapso, estuvo trepando, saltando, corriendo y haciendo toda clase de malabarismos, que con sólo mirarla, ya cansaba.

Y yo mientras....., pues......, ahí seguía, en mi banco, con un ojo puesto en la niña, temiendo cualquier descalabro y el otro en un balón que volaba detrás mía, amenazando con pegarme en la nuca en cualquier momento.

Y para terminar la faena por todo lo alto, después de tanto salto, voltereta y cabriolas (por parte de "Campanilla", por supuesto, porque yo del banco no me moví ni para esquivar un balonazo que me pasó rozando la oreja), decidimos terminar la jornada mañanera comiendo al solito en un bar, con nuestras interesantes conversaciones madre-hija de: "mamá, me he montado en burro en la granja escuela y no me ha dado miedo", "mamá, quiero que me pintes la cara con copitos de nieve, como si estuviera congelada y me pongas el vestido de Elsa" o "mamá, quiero que me pintes las uñas de rosa, pero del que se vea, eh?, no el clarito que no se nota nada"

Se echó de menos a papi, claro está, pero..... siempre gusta tener UN DIA DE CHICAS.


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