viernes, 13 de marzo de 2015

Cómo hemos cambiado!!!! - 2ª parte

Segundo capítulo. Continuamos!!!, jeje

3 - Yo era....María Potinguitos: Nombre implantado por mi madre, porque tenía la casa inundada de botes de cremas, desmaquillantes, exfoliantes....Todo un arsenal!!!. Y lo mejor y más raro es que....LOS USABA!!!. Sí, sí, totalmente cierto. Yo tenía mi ritual diario de dedicación "cremil" y mi piel lucía suave y tersa como la piel de un bebé.

Ahora.... Pues sigo teniendo un arsenal, pero de los sobrantes del año de la catapúm, lo mismo algunos ya hasta caducados. Ahí están también, junto al libro, cogiendo polvo y abandonados, muertos del asco.

Ahora mi momento de dedicación "bellecil" se resume en tres botes: Agua miscelar para desmaquillarme (descubierto tras nacer la niña, para facilitarme la limpieza facial en un mínimo de tiempo. Vamos, que dos pasadas con un algodón y listo). Hidratante antiarrugas (que una ya tiene sus añitos y el estrés y el no dormir están haciendo ya mellas en mi cara). Y una Hidratante para la ducha (sí, de las que te echas cuando te estás bañando y luego te enjuagas. Vamos, el colmo de la flojera). Y es que claro, o es ésta última, o tener que lidiar con Campanilla mientras me echo la crema "normal", refregándome las manos llenas de plastilina por las pantorrillas, para según ella ayudarme a untarme el potingue.

Y vamos, el caso es que ni la de la ducha me la echo diariamente. Sólo lo hago cuando veo que tengo las piernas como un lagarto en plena muda de piel (o eran las serpientes?) y no me queda otra que o echármela o estar rascándome todo el día como un mono de lo que pica la piel reseca y escamosa.



4 - Yo era....Asidua a las tiendas de ropa: Y es que salir a comprar "trapitos" me encantaba y el volver cargada de bolsas, más aún

Ahora.... Yo no sé ni cuánto hace que no piso un probador. Y es que ponerte a probarte ropa con Campanilla danzando y haciendo postureos delante del espejo, dentro de un cubículo en el que casi no cabes ni tú....no, no es muy agradable, no. Porque por muchas vueltas que des para verte como te queda la prenda, se hace imposible con un cuerpecito de menos de un metro de alto, haciendo de obstáculo visual entre el espejo y tu persona. Y eso si no acabas con una patada en la espinilla producida por los bailoteos de tu hija en un espacio tan pequeño o con un esguince cervical por intentar levantar los brazos para meterte el chaleco mientras sujetas la cortinilla que la niña mueve cada dos por tres, dejando tus gracias a la vista de todo el mundo.

O vas sola, lo que significa un par de horas más de taquicardias para la bendita abuela, mientras hace de niñera o es reciclar todo lo que tienes en el armario de tus años no maternales o de lo que va desechando tu queridísima hermana del suyo, temporada tras temporada (ummm, por cierto, hablando de ti, que sé que me lees, a ver si vas haciendo un expurgo de trapitos que no usas y me los vas pasando ya y no fuera de estación, como haces siempre, grrrr).

Ains, como hemos cambiado!!!. Con lo que yo eraaaaa!!!!


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